Durante años, creí que el éxito era cuestión de esfuerzo incesante. Dieciocho horas al día, día tras día. Pensé que bastaba con trabajar más duro, más rápido, más fuerte.
Pero un día descubrí que había olvidado al más importante en esa ecuación: a mí.
Este blog no es un manifiesto de perfección.
Es el diario de un hombre que, con más años vividos que por vivir, ha decidido pelear una batalla distinta. Una más silenciosa, pero más profunda.
Una guerra personal. Una reconstrucción consciente.
Si tú también estás buscando empezar —sin importar cuándo ni cuán tarde creas que sea—, quizás aquí encuentres compañía.
Aquí no se juzga el punto de partida.
Lo único que importa es que estás dispuesto a dar el siguiente paso.